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Monday, April 7, 2025

Medicamentos caros y escasos: una doble carga para los pacientes

 “No nos están dando nada. Lo único que llega son jeringas, extensores de suero y llaves de tres vías. No hay vancomicina, ni imipenem, ni ceftriaxona. Todo llega en cero”, reclama con impotencia una profesional del hospital Japonés, mientras sostiene una receta que llevó a la farmacia institucional. Allí, apenas le entregaron algunos insumos básicos, ya que el desabastecimiento de medicamentos, especialmente los más costosos, es crítico.

La carga de la escasez de remedios en los hospitales recae sobre los pacientes y sus familiares que hacen hasta lo imposible para conseguir los medicamentos que cada vez están más caros, ya que la falta de divisas ha provocado un incremento en los precios de hasta más de un 100%. 

En medio de la angustia del sistema hospitalario, los enfermos y sus familiares viven una doble angustia, la del dolor y la de no poder costear el tratamiento. Aportan con lo que pueden, recorren farmacias con la esperanza de encontrar precios más bajos, y cuando ya no  se acaban su opciones, se aferran a la fe, esperando que un milagro devuelva la salud a sus seres queridos. Pero muchas veces, los cuadros se agravan por la espera, y en el peor de los casos, algunos pacientes llegan a fallecer.

“Es triste”, dice una médica que cuenta que en algunas historias clínicas consta que los pacientes no tienen recursos para los medicamentos. Llegan con urgencias quirúrgicas, los médicos indican la intervención, pero en la farmacia les dicen que no hay medicamentos. 

“Pasan más de 24 horas mientras los familiares hacen hasta lo imposible para conseguir lo necesario, pero ese tiempo perdido muchas veces agrava el cuadro. En los peores casos, el paciente muere”, lamenta la profesional. “Si tuviéramos los medicamentos a mano, ese paciente ya estaría en cirugía”, agrega con frustración.

Uno de los casos más dolorosos fue el de un niño de cinco años que sufrió un paro en pleno quirófano. Su historia clínica deja constancia de que la madre no contaba con los medicamentos, simplemente porque no había en la farmacia y tampoco tenía recursos para comprarlos. Las horas pasaron antes de que el pequeño pudiera ser intervenido. Muchas veces, lo que falta es algo tan básico como un anestésico.

En el caso de los pacientes oncológicos, faltan sobre todo los medicamentos para las quimioterapias, que son costosos. 

“Han subido demasiado. No es lo ideal, pero a veces no tenemos otra opción que comprar medicinas de contrabando. Son más baratas, pero no tenemos ninguna garantía de que no estén vencidas”, lamenta Marcela, madre de un niño de cinco años con leucemia.

Su pequeño no tolera bien los medicamentos suministrados por el Sistema Único de Salud (SUS) y, por eso, ha tenido que recurrir a una terapia alternativa. Asegura que acceder a esos tratamientos es cada vez más difícil y costoso, más en un sistema que deja a las familias en la incertidumbre y el miedo constante de no poder seguir luchando por la vida de sus hijos.

Cita como ejemplo que antes compraban el medicamento para la quimioterapia (PEG-asparaginasa) en Bs 8.400, pero ahora está en más de Bs 10.000. “No hay bolsillo que aguante, la situación es crítica. Hay papás que no consiguen y se resignan”, cuenta. El Salbutamol que costaba Bs 20 ahora está casi en Bs 50. 

Comparten la frustración

Los rostros de angustias están en las puertas de los hospitales. María Elena Roca estaba en el sector  de emergencia a la espera de noticias de su hermana que ingresó al Japonés desde el día anterior, con el diagnóstico de un coagulo en la cabeza. En 24 horas gastaron unos Bs 5.000, que lograron reunir con aportes entre seis hermanos. Cada que salen y le entregan una recete revisan qué lograron conseguir del hospital, pero resignados empiezan a recolectar la cuota para ir a una farmacia a comprar lo que falta. 

“Cuando son seis remedios en la receta, solo nos dan uno o dos que, por lo general, es suero, bránula o el equipo para el suero, todo lo demás hay que buscarlo en otras farmacias”, dijo.

Asegura que los remedios están muy caros, por eso la receta más barata alcanza a Bs 200 y las demás suben de acuerdo con lo que piden.

La situación de Lucinda Ortiz es también angustiosa. Ella está buscando la forma de pagar un estudio que le pidieron para su hijo, pero eso tiene que hacerlo de forma particular. Con ayuda ha logrado que le rebajen Bs 7.800, porque dice que cuesta  más de Bs 9.000.

A su hijo lo están tratando por tuberculoma, pero el tratamiento no le ha favorecido, por eso quieren hacer nuevos estudios. “Los medicamentos no han hecho nada, por eso decidieron ver qué es lo que realmente tiene en el cerebro”, comentó.

Ella llegó desde de Aguas Calientes el 8 de marzo al hospital Japonés. Asegura que no tiene cómo costear tantos gastos, porque trabaja de ayudante de cocina y limpieza. “Me han dado la mano en lo que pueden, pero los remedios caros tengo que comprarlo. Todo es costoso, en la farmacia (del hospital) no hay medicamentos y no queda más  que comprar en otro lado”, dijo.

“Pregúntele a Dios cómo le hago cada día, porque es él quien me ayuda, es el que ve para que yo pueda conseguir los medicamentos que piden para mi hijo. Ni yo sé cómo puedo seguir, porque ni comer puedo. Por ejemplo, ahora gasté Bs 1.015 y en el bolsillo tengo Bs 40, mañana veremos qué dice Dios”, manifestó.

Alza de precios

El vicepresidente del Colegio de Bioquímica y Farmacias de Santa Cruz, Freddy Zeballos, señaló que el problema de la escasez de dólar ha afectado a todos los sectores, incluyendo al farmacéutico, toda vez que los precios de los medicamentos llegaron a subir hasta un 200%. Además, hay fármacos que no se encuentran porque las importadoras los han dejado de traer debido a la falta de divisas. 

El problema es crítico para las farmacias pequeñas, que al no poder sostener sus costos están cerrando. “Eso es lo triste, muchos colegas se están obligado a cerrar. Somos un sector profesional que generamos nuestra propia fuente de trabajo, contribuimos con impuestos y ahora estamos pasando a ser profesionales desocupados”, lamentó Zeballos.

Medicamentos para pacientes oncológicos que antes costaban Bs 600 ahora están en Bs 1.800.  Pero, el incremento afecta a casi todos los fármacos, corroboran familiares de pacientes. Analgésicos como el Paxelisis, que hasta el año pasado se compraba a Bs 16 la unidad subió a Bs 26; mientras que el Tramadol aumentó de Bs 6 a Bs 13 en menos de un mes.

El ministerio de Salud está en reuniones con la Asociación de Representantes, Importadores y Distribuidores de Fármacos (Asofar) para ver los precios y facilitar la compra de los medicamentos importados, por lo que esperan que se pueda encontrar alguna solución.

Se está viendo, principalmente, los oncológicos que es una necesidad en todo el país.

Los que importan medicamentos e insumos sostienen que el costo ha subido en el exterior, por lo que se está viendo si corresponde el incremento en el país.

También sufren por espacio

Muchas familias hacen malabares con sus presupuestos y entregan lo que pueden para comprar los medicamentos recetados, mientras otras viven el drama de esperar durante horas para que sus enfermos puedan ingresar a los servicios de urgencias, completamente llenos por la cantidad de pacientes.

La noche del jueves, la escena afuera de Emergencias del Japonés era desgarradora. Tres ambulancias permanecían estacionadas con pacientes recostados en camillas, aguardando que se libere un espacio dentro del hospital. 

En una de ellas, una madre y una médica luchaban por salvarle la vida a un bebé. Las horas parecían interminables, mientras  la doctora le brindaba respiración manual con un ambú, turnándose con otra colega. Sabían que si dejaban de bombear, el pequeño podría dejar de respira y morir.

Utilizaban un equipo que en otros países ya está en desuso, pero su compromiso con la vida era más grande que cualquier limitación. No estaban dispuestas a rendirse.

Cruzando la puerta, en el pasillo de Emergencias, los pacientes recibían asistencia sentados en sillas plásticas o en camillas. Había 15 persona acomodadas en camilla o sentadas, incluso detrás de la puerta. 

“No sabemos hasta cuándo va a estar así, lleva dos días en el pasillo y no hay espacio en internación”, se quejó la familiar de una paciente.
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